El 8 de noviembre de 1519, no solo llegaron a la ciudad de Tenochtitlán los contingentes europeos de Hernán Cortés, sino también un grupo de africanos que los acompañaban. Las fuentes coloniales documentan al esclavo de nombre Juan Cortés, perteneciente al soldado Juan Cerdeño, como el primer africano registrado en la nueva España el cual llegó con los ejércitos europeos en 1519; el primero de más de 500 000 africanos que arribaron forzados a la nueva España para trabajar en las grandes plantaciones o en las minas. La cifra se eleva si tomamos en cuenta el contrabando que existió de esta “mercancía” o “piezas de indias” que era la forma que se les llamaba a los esclavizados traídos a los distintos puertos de América a lo largo de la Colonia.

Sin embargo, la historia cita a un tal Juan Garrido, como un africano que se cree llegó en 1502 a América como liberto, es decir, que había nacido como esclavo y había obtenido su libertad al cabo de los años.

Recordemos que millones de personas fueron removidos de África como esclavos, y los que no morían en el trayecto por las condiciones inhumanas en las que eran trasladados, y lograban sobrevivir, eran vendidos y obligados a realizar trabajos pesados en la agricultura, ganadería y en la extracción minera. Durante la Colonia, los grupos de afrodescendientes aún estaban ubicados en un complicado sistema de castas. En el tejido social novohispano, participaron de diversas formas, contaban con obligaciones y limitaciones sociales, políticas y económicas y con derechos que les conferían la ley y su estatus de cristianos.

Pero … ¿Dónde están los afromexicanos? A finales del siglo XVIII comenzó a declinar la importación directa de personas esclavizadas a la Nueva España y, al mismo tiempo, aumentó la proporción de descendientes de africanos. Luego de la lucha de independencia (1810-1821), las comunidades negras, africanas, afromexicanas o afrodescendientes desaparecieron oficialmente del escenario histórico social, cuando de un plumazo se abolió la esclavitud y las designaciones de castas o razas.

A la joven república le urgía consolidarse como tal, por lo que homologó a la población del país. Pasamos todos a ser mexicanos.  Obvio en papel nada más. Oficialmente el Estado mexicano se ha caracterizado por presentar y enfatizar un México multicultural y multiétnico, más en la práctica esta idea se muestra como una dicotomía formada por lo indígena y su contraparte europea.

Es hasta tiempos recientes que, de manera aislada, los grupos minoritarios han cobrado importancia en el escenario político, social y cultural de nuestro país.

El México postrevolucionario creó instituciones como el Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Instituto Nacional Indigenista, (ahora Comisión Nacional Para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas), con miras a establecer el patrimonio nacional cultural tanto material como humano con el que contaba el país, y así formar una identidad nacional que unificaría a un país fragmentado por la revolución. Es así como estas instituciones se dedicaron al estudio e investigación de temáticas indígenas, históricas o del México contemporáneo, pero no de las comunidades afromexicanas o de otras minorías como las asiáticas.

Fue hasta 1950 cuando a iniciativa del antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán que se dieron las primeras investigaciones sobre los grupos afromexicanos.

Población africana en la Villa del Carmen

Los esclavos africanos arribaron a todos los puertos del gran continente americano y el puerto de la Villa del Carmen, así como el puerto de Campeche, y Tabasco, no fueron la excepción.

En el libro del cronista GABRIEL González Mier, menciona la presencia de afrodescendientes en Isla del Carmen. Señala que “los esclavos que aún fueron importados a las playas del nuevo continente, por negreros españoles y portugueses, consagraban los días del Carnaval a la celebración de atávicas ceremonias trasplantadas desde el fondo del África misteriosa por sus progenitores.” Don Gabriel habla específicamente del Carnaval negro diferenciándolo del Carnaval de Pueblo Nuevo o del Guanal. 

Los africanos que habitaban en la población reproducían bajo los tinglados que se levantaban en las calles, las exóticas representaciones de la vida de sus ancestros y de sus hechicerías.

En otro apartado del libro Añoranzas del viejo solar carmelita, habla del negro Thomashenn. Quien, al parecer llegó al mundo el último tercio del siglo XVIII. Para el XIX, ya era un adolescente, pero también esclavo en una posesión española en las Antillas. Se contaba que había huido a punta de valor, a galope en el caballo y con armas, ambos propiedad de su amo; acompañado de una esclava. Una historia de dolor, desarraigo y pasión. Aparentemente, esta pareja fue recogida por un buque inglés que comerciaba con palo de tinte, y los trajo a la villa del Carmen.

Censo de 1792

En el libro de Popolhá del Acalán al presidio del Carmen, (cultura y contracultura, 1250-1821), Fernando Álvarez Aguilar da a conocer un censo donde se detalla el estado general de la población de la jurisdicción del presidio del Carmen, provincia de Yucatán, Reino de Nueva España, año de 1792.

En el segmento de Castas del Presidio del Carmen se destaca lo siguiente:

Mesoamericanos (mayas en su mayoría) 703 habitantes; Mulatos de origen africano 1,183; españoles 927; europeos otros 39 y de diversos orígenes 561.

Total de pobladores del presidio del Carmen: 3,413.

Hay que considerar que por cada español venían cuatro o cinco esclavos negros. Por lo tanto, basados en las cifras oficiales y en el análisis de este contexto histórico, nos atrevemos a señalar que el grupo humano traído de África, son nuestra segunda raíz, siendo los mayas chontales la primera y la española, la tercera, al menos en la Región de la Laguna de Términos.

IMAGEN tomada de la web.

Referencias:

Revista: Arqueología mexicana, año de 2013.

https://www.cndh.org.mx

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