Última parte.

Con respecto a las grandes riquezas que generó la explotación del palo de tinto, en el libro Recopilación de las obras del Dr. Leopoldo Cervera Certucha, en el centenario de su natalicio, se destaca “El negocio era tan lucrativo que hubo persona que acumulara 16 rancherías y 80 propiedades en la ciudad. Al conocer la fama del enorme comercio con este producto, muchas personas se trasladaron del viejo continente a nuestro suelo, como los señores Benito y Francisco Anizàn que fundaron una gran negociación, eran franceses, unos con capital y otros sin él, pero todos prosperaron, acumularon grandes riquezas y el Carmen se convirtió el en Banco de la Península. Pero de esta prosperidad, el campesino y el trabajador de los muelles alcanzaban apenas sus jornales; si en sus labores se lastimaban, el patrón o contratista no les pagaban la curación; los trabajadores, los cortadores del palo eran esclavos, casi nunca salían de las fincas, se les pagaba con monedas particulares del dueño para que compraran en sus tiendas; si contraían deudas por cualquier razón, era obligados los hijos a pagarlas, al morirse el padre.

El negocio del palo era tan grande que a veces se reunían en el puerto hasta 30 barcos esperando turno para ocupar un muelle; había doce de ellos siempre ocupados; pero repito y quiero que todos graben esta verdad, de esta enorme riqueza los trabajadores solo percibían su jornal raquítico que apenas les alcanzaban para mantener a sus familias”.

A finales del siglo XIX, para cargar el producto y transportarlo a diversos países del mundo, grandes embarcaciones llegaban a la antigua isla de Tris. Sobre la calle 20, entonces se llamaba de la Marina, enormes trozas de palo de tinte esperaban ser cargadas en los barcos extranjeros que se alineaban en los doce muelles que existían dispuestos para estas actividades.

La comercialización del tinte

En una perspectiva de larga duración, que se inicia en 1787 cuando se dio el primer gran “boom” de exportaciones de palo de tinte por el puerto del Carmen, con más de trescientos treinta y ocho mil quintales, hasta 1895 cuando se llegó al máximo histórico nacional de poco más de 1,088,964  quintales. Durante estos 108 años destacó el periodo que abarca de 1827 a 1857, puesto que en estos años se presentó una tendencia sostenida al incremento de las exportaciones, lo que fue determinante para la dinámica económica regional sobre todo porque definió los rasgos de nuestro espacio para todo el siglo XIX.

Fábrica de extracto de palo de tinte, la Estrellita.

La demanda internacional del producto tintóreo que se explotaba en Laguna de Términos, dio lugar a que empresarios belgas y franceses se interesaran en la instalación en C. del Carmen de una maquinaria para la explotación de la tinta vegeta, inició su construcción en 1875.

La fábrica ubicada en el barrio del Guanal era “una imponente construcción de cuatro plantas (…); a partir del 23 de abril de 1883, el edificio quedó oficialmente inaugurado con el nombre de La Estrellita”. Exportaba en frascos el preciado líquido, en lugar de enviarse como se hacía antes, obtenido de los troncos y la leña del árbol conocido como palo de Campeche. Desde 1879 se había instalado en el interior de la fábrica una planta de energía eléctrica adquirida en Alemania, que se inauguró cuatro años más tarde. Esta planta se decía, era la primera con tales características que hubo en la República Mexicana. Hacia principios del siglo XX, el invento alemán de las anilinas acabó con la industria del palo de tinte y la fábrica cerró.

Al iniciar la década de los treinta, la estrellita estaba en el más completo abandono, después de haber sido habilitada temporalmente en una de sus secciones, como cuartel para las tropas del ejército federal que tenían como plaza C. del Carmen. En 1934 se demolió el edificio, y dio lugar a la quinta zona naval militar cuyas instalaciones provocaron el desplazamiento, además del de la Estrellita, de numerosas viviendas de alrededor.

Fuentes:

José Cervera Salinas, Recopilación de las obras del Dr. Leopoldo Cervera Certucha, en el centenario de su natalicio.

Luis Fernando Álvarez Aguilar, Diccionario enciclopédico ilustrado de la Laguna de Términos.

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